La ESA, Agencia Espacial Europea, lanzó el 2 de Marzo del 2004 su misión Rosetta. La nave emprendió un viaje hacia el pequeño cometa P67 Churyumov - Gerasimenko, situado a 800 millones de kilómetros del Sol. Tan largo trayecto se culminó el 12 de Noviembre con el aterrizaje (tal vez habría que acuñar un nuevo término, acometaje) de su sonda Philae sobre la helada y polvorienta superficie del astro.
Los cometas están considerados como los bloques más primitivos del Sistema Solar, y los que han permanecido más inalterados a lo largo de los 4.600 millones de años de su historia. Compuestos de hielo y materiales orgánicos, estos pequeños astros pudieron ayudar a nuestra Tierra a dotarse de agua y tal vez de algunos de los ingredientes básicos que originaron la vida en el planeta. Si los instrumentos científicos que transporta la sonda Philae funcionan correctamente, la misión Rosetta desvelará algunos de esos íntimos secretos.
Obviamente también será la primera vez que una nave enviada desde nuestro planeta no solo orbite en torno de un cometa sino también de que se pose dulcemente sobre su superficie. Cuando se ancle sobre el P67, la sonda Philae cabalgará el espacio a lomos del cometa, que se dirige a toda velocidad hacia el Sol alcanzando su perihelio (cuando alcance su máxima cercanía con el astro-rey) en agosto de 2015.
Una sensación de euforia y temor invade a la comunidad científica asentada a los pies de las ruinas del castillo en que está localizado el centro ESA. Una treintena de ingenieros europeos, once de ellos españoles, altamente especializados, son los encargados de analizar a fondo el núcleo del cometa con los datos y fotografías que la Philae enviará desde el mismo momento en que se desenganche de la Rosetta e inicie su aterrizaje mediante caída libre. Esta última fase será un proceso largo, de unas 7 horas de duración, dos de ellas en funcionamiento completamente autónomo, teniendo en cuenta que la fuerza de gravedad del cometa es levísima, apenas diez mil veces menos que en la Luna.
Un simple contacto con la superficie haría rebotar a la sonda y desplazarla incluso fuera de la órbita del cometa. Para evitarlo, las tres patas de la Philae lanzarán sus arpones a fin de anclarse al suelo. Todo ello si no hay sorpresas y el módulo cae sobre una superficie más o menos llana y no tropieza con las rocas de hielo y polvo cósmico de unos 12 metros de altura, situadas en las inmediaciones del lugar elegido para su posado.
Todos apuestan por el éxito, resalta el español Miguel Pérez Ayúcar, líder del Grupo de Planificación Científica. Desvela que la misión ha costado mil millones de euros. Si su vaticinio se cumple, Rosetta será la primera misión en estudiar de forma continua y desde el puesto privilegiado de un jinete cómo evoluciona la actividad de un cometa durante su viaje alrededor del Sol.
Para culminar esos trabajos ha sido necesaria la aportación de 50 empresas industriales de alta tecnología de 14 países de Europa y de Estados Unidos, entre ellas las españolas CASA, Sener Tecnológica, Crisa y Alcatel Espacio.
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