El conjunto de huesos
y cartílagos forma el esqueleto.
Tenemos más de 200
huesos, unas cien articulaciones y más de 650 músculos actuando
coordinadamente.
Gracias a la colaboración entre huesos y músculos mantenemos la postura y realizamos múltiples acciones.
Las funciones que cumple el esqueleto son:
- Sostener y dar forma al cuerpo.
- Permitir los movimientos del cuerpo.
- Proteger las partes blandas y delicadas del cuerpo como el corazón, el cerebro, los pulmones, etc.
El esqueleto se divide en 3 partes:
- La cabeza (cráneo y cara)
- El tronco (columna vertebral y caja torácica).
- Las extremidades superiores (brazos, antebrazos y manos) e inferiores (muslos, piernas y pies).
El
material con el que están hechos los huesos se llama tejido óseo. Es un tejido
muy duro debido a que las células que lo forman están rodeadas de minerales duros
como el calcio y el fósforo, y de una proteína fuerte
llamada colágeno.
Su
capa exterior está hecha de hueso compacto, que es denso y duro. Por dentro hay
un tipo de hueso diferente llamado esponjoso, mucho más ligero, que contiene la
médula ósea, donde se elaboran los glóbulos de la sangre.
La
parte central de los huesos largos, como el fémur o el húmero, es hueca. De
este modo, el hueso pesa menos. Si
clasificamos los tipos de huesos según la forma, nos encontramos con huesos
largos, cortos, planos.
El esqueleto está
constituido por huesos largos como los de las extremidades, huesos cortos como
los de la columna vertebral y huesos planos como los del cráneo. En los
extremos de los huesos largos se encuentran las epífisis, en la porción media
la diáfisis y entre la epífisis y la diáfisis se encuentra la metáfisis.
Sus dimensiones varían:
desde el fémur, que a veces supera el medio metro, a los diminutos huesecillos
del oído medio, de pocos milímetros de longitud.
De los 206 huesos que componen nuestro esqueleto, 29 forman el cráneo, 26 la columna vertebral, 25 la caja torácica, 64 integran las dos extremidades superiores (incluidas las manos) y 62 las extremidades inferiores.
En ellos predomina
una dimensión sobre las otras (la longitud sobre la anchura y el grosor). Hay
huesos largos en los miembros superiores e inferiores. Tienen dos epífisis
(cabeza del hueso) y una diáfisis (tubo del hueso). En el hueso en etapa de
crecimiento, entre las epífisis y las diáfisis se encuentran los cartílagos de conjunción
o de crecimiento, o discos epifisarios, que no existen en el adulto. La zona de
unión de la diáfisis con las epífisis de los huesos largos se llama metáfisis.
Huesos cortos
De forma cubica, sin
predominio de una dimensión sobre otra. La mayor parte es tejido óseo esponjoso
y rodeado de una fina capa de tejido compacto.
Huesos planos
La longitud y la
anchura predominan sobre el grosor. Son delgados y con frecuencia curvos (costillas,
esternón,). Están formados por tejido óseo compacto entre los que se encuentra
una lámina de tejido esponjoso.
Las articulaciones son el lugar donde se juntan los huesos. Según la movilidad de los huesos las articulaciones se clasifican en:
- Móviles, cuando los huesos se mueven con facilidad. La rodilla, el codo .
- Semimóviles, cuando el movimiento es limitado. Las articulaciones intervertebrales.
- Fijas, cuando los huesos no se mueven. Las que existen entre los huesos del cráneo.
Los
ligamentos son unas tiras de tejido muy resistente que unen los huesos en las
articulaciones móviles y semimóviles. Los
cartílagos son algunas piezas y partes del esqueleto flexibles y blandas. El
tejido que forma los cartílagos se llama tejido cartilaginoso. Las
extremidades de los huesos de las articulaciones móviles están recubiertas por
cartílagos. En las orejas y nariz hay cartílagos en su interior.
La función de los músculos es producir movimiento. Al contraerse las células de los músculos, el músculo se acorta y aumenta de grosor, y los tendones tiran de los huesos acercándolos. Cada músculo puede mover los huesos en un sentido, pero no puede empujarlos a su posición original. Para volver los huesos a su posición original tiene que contraerse otro músculo que produce el movimiento contrario. A estos músculos que producen efectos contrarios se les llama músculos antagonistas.
Músculos voluntarios,
esqueléticos o estriados:
Mantienen unido el esqueleto con la ayuda de los tendones.
Son los que dan forma al cuerpo y realizan los movimientos diarios. Se les denomina también
estriados porque están conformados por fibras (células), que tienen estrías horizontales
que se pueden ver al microscopio. Sus fibras se caracterizan por ser estrechas,
largas y agruparse por cientos o miles.
Son los mayoritarios,
ya que son 600 de los 650 músculos que hay en el cuerpo.
Son los que nos
permiten realizar la función locomotora, en la que el sistema óseo es el componente
pasivo (soporte), y los músculos el activo, debido a que se contraen, generando
el movimiento.
Se caracterizan
porque se pueden contraer rápidamente y con fuerza, por eso se agotan con facilidad
y deben descansar entre esfuerzos.
Músculos
involuntarios o lisos:
Formados por tejido
muscular liso, controlan los movimientos involuntarios de los órganos internos
(vasos sanguíneos, bronquios, tubo digestivo, etc.); están bajo el control del
sistema nervioso autónomo y reaccionan a los impulsos con contracciones lentas
y regulares que pueden prolongarse largo rato. Las paredes del estomago y de
los intestinos son ejemplos de estos músculos, ya que permiten mover los
alimentos a través del aparato digestivo. En la contracción
misma, funcionan de manera parecida a los esqueléticos, pero son más lentos en contraerse,
y además, pueden permanecer contraídos durante más tiempo porque no se agotan fácilmente.
Para estirar el brazo es preciso que el tríceps se contraiga y el bíceps se relaje.
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