APARATO EXCRETOR



La excreción es la eliminación de los residuos tóxicos que producen las células de nuestro cuerpo. En este sentido, también los pulmones son, al igual que los dos riñones, importantes órganos excretores, ya que eliminan un residuo tóxico, el CO2(dióxido de carbono).

La sangre transporta otros residuos tóxicos distintos al CO2  hasta los riñones y éstos los concentran hasta formar un líquido al que llamamos orina.
Pero la excreción también realiza la función conocida como homeostasis, es decir, mantiene constante las condiciones del medio interno, es decir su cantidad de agua y concentración de sales minerales, así pues en la excreción también se elimina el exceso de agua y sales minerales del medio interno. 
Está formado por los órganos que elaboran orina y que la eliminan del cuerpo. Ellos son:
      • Riñones (Uréteres, Vejiga, Uretra)
Otros órganos excretores
      • Glándulas sudoríparas
      • Pulmones
      • Hígado

LOS RIÑONES.-
Los riñones se encuentran en la espalda, justo debajo de la caja torácica, uno a cada lado. El riñón derecho se encuentra debajo del hígado, por lo que está algo más bajo que el izquierdo. El riñón de un adulto mide aproximadamente 13 cm. de largo por 8 cm. de ancho, con un grosor de unos 3 cm. Tiene una capa externa denominada corteza, que contiene las unidades de filtración. La parte central del riñón, la médula consta de  10 a 15 estructuras en forma de abanico denominadas pirámides. Estas drenan orina en unos tubos colectores denominados cálices. Una capa de grasa envuelve a los riñones para protegerlos y contribuir a mantenerlos en su sitio.

He aquí cómo filtran la sangre los riñones: la sangre llega a ambos riñones a través de la arteria renal, que entra en cada riñón a través del hilio, la parte cóncava que confiere al riñón su forma característica de alubia. Cuando entra en la corteza, la arteria se ramifica para llegar a todos los nefrones (nefrón unidad estructural y funcional del riñón), 1 millón de diminutas unidades de filtración que hay en cada riñón y que se encargan de eliminar las sustancias nocivas de la sangre.


Cada una de las nefronas contiene un filtro denominado glomérulo, que, a su vez, contiene una red de diminutos vasos sanguíneos denominados capilares. El fluido filtrado y extraído de la sangre por el glomérulo desciende por una estructura diminuta en forma de tubo denominada túbulo, que regula el nivel de sales, agua y productos de desecho que se excretan por la orina.

La sangre filtrada sale del riñón a través de la vena renal y vuelve a fluir hacia el corazón.

El constante aporte de sangre que llega a los riñones y después sale de ellos es lo que les confiere su color rojo oscuro característico. Mientras la sangre se encuentra en los riñones, el agua y otros componentes de la sangre (como los ácidos, la glucosa y otros nutrientes) vuelven a ser reabsorbidos por el torrente sanguíneo. El producto de desecho de este proceso es la orina, una solución concentrada que contiene agua, urea -un producto secundario de la descomposición de las proteínas-, sales, aminoácidos, productos secundarios de la bilis hepática, amoníaco y cualquier otra sustancia que no pueda ser reabsorbida por la sangre. La orina también contiene pigmentos urinarios, un producto sanguíneo coloreado que es el que confiere a la orina su característico color amarillo.


Las pelvis renal, ubicada cerca del hilio, recoge la orina que fluye desde los cálices. Desde la pelvis renal, la orina sale de los riñones a través de los uréteres, los tubos que transportan la orina desde cada riñón hasta la vejiga urinaria -un receptáculo muscular ubicado en la parte inferior del abdomen donde se almacena la orina antes de expulsarla al exterior.

LOS URÉTERES.-
Los uréteres son dos largos tubos que van desde la pelvis renal hasta la vejiga urinaria. Están constituidos por fibra muscular lisa, y epitelio mucoso y terminaciones nerviosas. Son éstas las que regulan el funcionamiento al ordenar contracciones que impulsan la orina de forma continua y la hacen penetrar en la vejiga. Los uréteres tienen terminaciones muy sensibles al dolor, de modo que cuando se obstruyen, como ocurre en los cólicos nefríticos (cólicos renales), se producen fuertes dolores.

LA VEJIGA
La vejiga urinaria es el órgano hueco en el que se almacena la orina formada en los riñones. La orina llega a la vejiga procedente de los riñones por dos uréteres y se elimina hacia el exterior a través de la uretra. La vejiga de la orina es un depósito elástico, formado por fibra muscular lisa que tiene una capacidad que varía en torno a 1 litro, pero se tiene sensación de llenado ("ganas de orinar") desde los 400 centímetros cúbicos.

LA URETRA
La uretra es el conducto a través del cual se elimina la orina hacia el exterior.
Es un tubo que parte de la zona inferior de la vejiga y posee en su comienzo dos esfínteres o válvulas musculares que controlan el paso de la orina. La uretra es diferente en cada sexo, ya que en el varón interviene en la función reproductora. La uretra femenina tiene una longitud de 3 a 4 cm y va desde la base de la vejiga al exterior, terminando entre los dos labios menores, delante de la abertura vaginal. En la uretra masculina, de 17 a 20 cm de longitud, se distinguen tres partes: porción pélvica, rodeada por la próstata; porción membranosa y porción esponjosa. Esta última corresponde al pene.

LA ORINA Y LA MICCIÓN.-
La orina es un líquido de color amarillo claro que está compuesto por agua y otros elementos. El más importante de estos elementos es la urea. La orina se produce continuamente en el riñón y llega a la vejiga intermitentemente, debido a los movimientos de los uréteres. Unas válvulas impiden el retroceso de la orina desde la vejiga a los uréteres.
Cuando la vejiga está llena, se originan impulsos nerviosos que producen el deseo consciente de orinar y de forma voluntaria se abre el esfínter externo dando salida a la orina (micción). La cantidad de orina que un adulto normal elimina, por término medio, cada 24 horas, es de 1,5 litros (un litro y medio). Este volumen varía con la cantidad de líquido y alimento ingerido así como con las pérdidas por vómitos o a través de la piel por la sudoración.
La orina está compuesta de: 95 % de agua, 2 % de sales minerales, cloruros, fosfatos, sulfatos, sales amoniacales, 3% de sustancias orgánicas, urea, ácido úrico, ácido hipúrico y creatinina.


Otros órganos excretores
Aunque los riñones son los órganos más importantes para la función excretora, hay otros órganos que contribuyen con esa importante función. Entre ellos destacan las glándulas sudoríparas, los pulmones y el hígado.

Glándulas sudoríparas
Son glándulas de secreción externa – no vierten su secreción al medio interno-, compuestas por un conjunto de túbulos apelotonados, ubicados en la dermis, y un tubo excretor que atraviesa la epidermis y desemboca en el exterior por un poro de la piel. La sustancia excretada por las glándulas sudoríparas, se denomina sudor, y tiene una composición similar a la orina, se compone de agua (99%), sales minerales (0,6%, siendo el cloruro de sodio la más abundante) y sustancias orgánicas (como la urea, la creatinina y diversas sales de ácido úrico, que componen un 0,4% del sudor).


El sudor, tiene dos funciones:
Contribuir a la excreción del exceso de cloruro de sodio y urea. Además, contribuye a eliminar sustancias tóxicas como el alcohol etílico o los residuos de antibióticos que pueda estar tomando una persona.
Regular la temperatura corporal, y así impedir que se eleve demasiado.
La excreción del sudor depende de la temperatura ambiental, del ejercicio muscular e incluso del propio funcionamiento del riñón. En ambientes cálidos y con una actividad física alta, se aumenta la producción de sudor. Por el contrario, en ambientes fríos y una actividad física baja, la producción del sudor es mínima.


Pulmones
Permiten excretar, como vimos en el aparato respiratorio, el dióxido de carbono formado durante la respiración celular. El dióxido de carbono es eliminado del cuerpo en cada espiración. Un mecanismo que contribuye a eliminar el exceso de dióxido de carbono presente en la sangre consiste en el aumento de la frecuencia respiratoria.

Hígado
Al hígado se reconocen más de doscientas funciones, y entre ellas, se encuentra esta función excretora que pasamos a ver: Los glóbulos rojos viejos, al ser destruidos en el bazo, liberan hemoglobina a la sangre, la cual es procesada y degradada en el hígado, y así se forman dos pigmentos, la bilirrubina y la biliverdina.

Estos pigmentos, junto con otras sustancias formadas en el hígado, se vierten a la bilis. La bilis, además de participar en la digestión de grasas, actúa como vía de eliminación de estas sustancias tóxicas. Los pigmentos biliares son eliminados junto con la materia fecal y son los que dan ese color marrón a las heces.

Problemas que pueden surgir en los riñones y el aparato urinario
Como ocurre en otros sistemas corporales, en el aparato urinario pueden desarrollarse diversas enfermedades y trastornos. En los niños, los más frecuentes incluyen los siguientes:

Problemas congénitos del aparato urinario. Conforme el feto se va desarrollando en el vientre materno, cualquier parte del aparato urinario puede desarrollarse hasta alcanzar un tamaño o forma anormales. Una de las anomalías o malformaciones congénitas (por congénito, se entiende que existe en el momento del nacimiento) es la duplicación de los uréteres, consistente en que cada riñón tiene dos uréteres en vez de uno. Este defecto ocurre aproximadamente en uno de cada 125 nacimientos y provoca que, con el paso del tiempo, el riñón afectado presente problemas, como infecciones recurrentes y formación de tejido cicatrizal.
Otro problema congénito es el riñón en herradura, donde los dos riñones están unidos (conectados) en un solo riñón en forma de arco. Aunque generalmente funcionan con normalidad, los riñones en herradura son más proclives a desarrollar problemas en momentos posteriores de la vida. Este trastorno afecta a uno de cada 500 nacimientos.


La glomerulonefritis es una inflamación de los glomérulos, las partes de las unidades de filtración (nefronas) de los riñones que contienen una red de capilares (vasos sanguíneos diminutos). El tipo más frecuente de este trastorno es la glomerulonefritis postestreptocócica en niños pequeños, que generalmente es consecuente a una faringoamigdalitis estreptocócica no tratada. Más del 95% de los niños con este tipo de nefritis se recuperan completamente, pero unos pocos pueden sufrir lesiones renales permanentes que, a la larga, requerirán diálisis o trasplante de riñón.

La hipertensión (tensión arterial alta) puede ser la consecuencia de unos riñones deteriorados por alguna enfermedad. Los riñones controlan la tensión arterial regulando la cantidad de sal que hay en el organismo y fabricando una enzima denominada renina que, junto con otras sustancias, controla el estrechamiento o dilatación de las células musculares de las paredes de los vasos sanguíneos.

La insuficiencia renal puede ser aguda (repentina) o crónica (con un desarrollo a lo largo del tiempo y generalmente de larga duración o permanente). En ambos tipos de insuficiencia, los riñones reducen el ritmo de filtración o dejan de filtrar sangre eficazmente, lo que provoca la acumulación de productos de deshecho y sustancias tóxicas en la sangre.

La insuficiencia renal aguda puede obedecer a múltiples causas, como infecciones bacterianas, lesiones varias, colapso, septicemia, shock, insuficiencia cardiaca, intoxicación o sobredosis de fármacos. El tratamiento incluye corregir el problema que ha provocado la insuficiencia y, a veces, la cirugía o la diálisis. La diálisis supone utilizar una máquina u otro dispositivo artificial para eliminar el exceso de sales y agua y otros productos de desecho en el cuerpo cuando los riñones no son capaces de desempeñar esa función.


La insuficiencia renal crónica implica un deterioro progresivo de la función renal. En los niños puede ser consecuente a una insuficiencia renal aguda mal curada, malformaciones congénitas en los riñones, enfermedades renales crónicas, infecciones renales recurrentes o hipertensión grave crónica. Si se diagnostica pronto, la insuficiencia renal crónica en niños se puede tratar, aunque generalmente no se puede curar. Lo más probable es que el niño requiera un transplante renal más adelante.

Los cálculos renales (o nefrolitiasis) son el resultado de la acumulación de sales cristalizadas y minerales, como el calcio, en las vías urinarias. Los cálculos renales también se pueden formar tras una infección. Si los cálculos renales son lo bastante grandes como para obstruir el riñón o el uréter, pueden provocar un intenso dolor abdominal. Pero generalmente las piedras renales pasan por las vías urinarias y son expulsadas al exterior sin crear grandes problemas. En algunos casos tienen que extirparse quirúrgicamente.

Una nefritis es cualquier inflamación del riñón. Puede estar provocada por una infección, una enfermedad autoinmunitaria (como el lupus), o puede ser idiopática (lo que significa que se desconoce o no se acaba de entender su causa exacta). Las nefritis se suelen detectar por niveles elevados de proteínas en sangre y en orina.


La nefrosis es una enfermedad renal caracterizada por una serie de síntomas y desequilibrios químicos (acumulación de cantidades excesivas de fluido en los tejidos, reducción de los niveles de proteínas en sangre, retención de agua y sal, y aumento de los niveles de grasas en sangre). La nefrosis puede ser la consecuencia de enfermedades renales específicas o una reacción a determinados fármacos. Algunas formas de nefrosis son hereditarias. La nefrosis es más frecuente en niños de entre 18 meses y 4 años, sobre todo de sexo masculino.

La infección de las vías urinarias es una infección que afecta a una parte de las vías urinarias o a todo el aparato urinario globalmente, generalmente provocada por bacterias. Este tipo de infecciones suelen estar provocadas por bacterias intestinales, como E. coli, que normalmente se encuentran en las heces. Estas bacterias pueden provocar infecciones en cualquier lugar del aparato urinario, incluyendo los mismos riñones. La mayoría de estas infecciones afectan a las vías urinarias bajas, sobre todo a la vejiga y la uretra. Las infecciones de las vías urinarias son igual de frecuentes en ambos sexos durante el primer año de vida. No obstante, los niños no circuncidados tienen aproximadamente 10 veces más probabilidades de desarrollar este tipo de infecciones que los circuncidados antes de cumplir un año. Durante la etapa escolar, las niñas tienen el triple de probabilidades que los niños de desarrollar este tipo de infecciones; esto puede obedecer a que las niñas tienen la uretra más corta que los niños.

El reflujo vesicoureteral es una afección en la cual la orina fluye hacia atrás (lo que se conoce como reflujo) desde la vejiga hasta los uréteres. El reflujo de la orina puede llegar incluso hasta los riñones, donde se pueden desarrollar infecciones y formarse tejido cicatrizal con el tiempo. El reflujo vesicoureteral afecta al 1% de los niños y tiende a darse por familias. Se suele detectar cuando un lactante o niño pequeño tiene su primera infección de las vías urinarias. La mayoría de niños superan las formas más leves de esta afección con la edad, pero si el reflujo vesicoureteral es grave y no se trata, podría provocar lesiones renales permanentes e insuficiencia renal en etapas posteriores de la vida.

El tumor de Wilms es el cáncer de riñón más frecuente en la población infantil. Se suele diagnosticar entre los tres y los cinco años de edad y afecta a ambos sexos en la misma medida.















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